25 oct 2006

Mi mejor amigo, mi viejo!

Ah si... está con el campeón mundial de peso mosca, el trelewense Omar Narváez, en un gimnasio cuando fue a jugar fútbol de salón que mi viejo relata.

15 oct 2006

Fumar nubla la razón

Algo salió a la luz de una manera clarísima e inesperada, con la nueva, sensacional, necesaria, justiciera Ley del Tabaco: la anulación mental a la que puede llegar una persona defendiendo un síntoma. Porque para muchos la reciente restricción sobre sus costumbres se ha transformado en una restricción de su capacidad de entendimiento. ¿Parece una exageración? Deja de parecerlo en cuanto recordamos la reacción de los fumadores ante la mencionada ley: se ha dicho, por ejemplo, que esta Ley está en contra de los derechos del fumador (lo cual es falso), que es fascista (¡epa!), que el Estado no debe meterse en las decisiones del individuo (es verdad, ni el fumador en las mías), que se viola con ella el ámbito privado (todo lo contrario, se cuida el espacio público), que hay cosas más importantes (como si alguien hubiera dicho lo contrario), que esto se hace para ocultar el problema de la droga (el tabaco es la droga globalmente más dañina), y mil etcéteras más, uno más absurdo y peor fundamentado que el otro.
Esta Ley -no pueden, o no quieren, entenderlo- establece simplemente que los no fumadores deben por fin ser respetados; pone límites a la conducta injusta y desconsiderada, históricamente establecida, que han ejercido con prepotencia los fumadores. Los que hablan de los derechos del fumador, ¿entienden de qué se trata cuando se habla de los derechos del no fumadores, que somos mayoría? Como dijo un amigo español, con claridad total: el fumador molesta, el no fumador no. Y es necesario recordar las cifras, porque no se trata de una mera opción, de un problema de gustos: mueren cuarenta mil personas por año en Argentina como consecuencia del consumo de tabaco, ¡6000 de las cuales son no fumadores! O sea: treinta cromañones por año de fumadores pasivos que se envenenan por el humo de otros. Por supuesto que cada individuo tiene derecho a matarse como quiera, lo que no puede es imponer su deseo de arrastrar a otros en la caída como una expresión de sus derechos.

Lo que resulta irritante en las reacciones de los fumadores es la cortedad mental por la que parecen incapaces de entender que son precisamente ellos los despóticos y que el rol de víctimas no les calza. No llama la atención que una sensibilidad proclive al fanatismo sostenga con soberbia la bandera de los derechos -la política nos acostumbró a eso-, llama la atención lo absurdo de reclamar airadamente para poder seguir ejerciendo un abuso.
No es necesario incluir a todos en esta descripción: hay fumadores muy atentos, que odian molestar y que son muy conscientes de la presencia del otro. Pero también es cierto que otros muchos, al denunciar el fantaseado avasallamiento del que son objeto hoy, ponen en evidencia ciertos secretos ligados al hábito del cigarrillo. El cigarrillo no es sólo el generador de gestos cancheros y sobradores (en origen y desde siempre, un modo de parecer más grande o resuelto de lo que se es, el recurso para cultivar una personalidad que parezca lograda sin serlo), sino también y fundamentalmente un sucedáneo adulto del chupete del bebé, un objeto del que muchos se cuelgan para ocultar una inmadurez constitutiva. El hábito del cigarrillo es un rasgo que pertenece al universo infantil de la sensibilidad, agravado por una adicción fisiológica difícil de combatir. Sí, claro que estas figuras de interpretación parecen excesivas, pero la absurda resistencia que los fumadores ejercen frente a la ley parece confirmarlas. La señalada dificultad para pensar el tema con objetividad e inteligencia es expresión de la incapacidad de modificar algunas características fundamentales de su idiosincrasia. No logran captar el problema, justamente porque están haciendo un capricho, berreando ante el límite que la sociedad adulta le pone a la mascarada y la simulación instaladas ya como vínculo adictivo. Tras las voces de fumadores, que tienden a la impostación (es decir, a la ruina), hay una vocecita aniñada y pueril que no quiere aceptar el límite necesario.
Porque otro punto a tener en cuenta, y que ha sido descuidado, es que esa reacción tosca de los fumadores amenazados puede provenir del hecho de que la Ley confronta a muchas personas con una dificultad que no pueden superar: al que quiere dejar de fumar y no puede la Ley lo pone entre la espada y la pared, al revelar como problema algo que el fumador intenta defensivamente hacer pasar por una libre elección. Es lógico que reaccionen mal, que reclamen que nadie tiene derecho a limitar sus recursos neuróticos: los demás deben, según ellos, tolerar las molestias (las enfermedades, el mal olor, la suciedad, etc) para ayudarlos a evitar el crecimiento.
Fumadores en rebeldía: es hora de aceptar la ley y crecer. Aprovechen la oportunidad para entender que los que no fumamos sí tenemos derecho a defender los espacios públicos, que sí hay una razón y una verdad en este límite que les estamos poniendo, que se terminaron las atmósferas emputecidas por sus miserias ocultas. Sí, claro que miserias tenemos todos y que cada uno puede hacer con ellas lo que guste (hasta perder la vida), lo que no se puede -y es lo más importante de la ley- es joder a los demás por eso.

Por: Alejandro Rozitchner Edición: EGPDLP (texto obviado y negrita solamente).-

11 oct 2006

Descubren gel que detiene hemorragias en segundos

Fue descubierto por científicos hongkoneses y estadounidenses de forma accidental. La sustancia sería capaz de frenar el flujo de la sangre en menos de 15 segundos y de reparar el tejido dañado. El hallazgo podría revolucionar las operaciones quirúrgicas.
Los expertos, pertenecientes a la Universidad de Hong Kong y al Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, siglas en inglés), dieron con la fórmula del gel mientras trabajaban en un proyecto de regeneración de células cerebrales.
El hallazgo fue tildado por la revista científica internacional "Nanomedicine", que publicó los resultados de la investigación, como pionero en la utilización de un producto biodegradable para cortar una hemorragia en roedores, técnica que se consigue en tan sólo unos segundos.
Su aplicación en humanos podría reducir drásticamente el tiempo que los cirujanos emplean en controlar las hemorragias en las operaciones quirúrgicas, que es casi la mitad del empleado en la intervención.
A pesar de que los científicos desconocen aún el mecanismo exacto que frena la hemorragia, señalaron que el nuevo material contiene unos fragmentos de proteínas denominados péptidos que actúan sobre la herida como un gel protector a una nanoescala (una millonésima parte de un milímetro).
Una vez que se consigue parar el flujo de sangre, el gel se descompone en moléculas que el organismo puede utilizar para reparar el tejido dañado.
Por ahora, este novedoso producto se ha utilizado en heridas en el cerebro, hígado, piel y tejido de la médula espinal de ratas y hámsters, y su aplicación frenó las hemorragias casi instantáneamente en todos los casos.
"En una operación quirúrgica, los doctores tienen pocos métodos eficaces para frenar la hemorragia sin causar otros daños", señaló So Kwok-fai, jefe del departamento de anatomía de la Universidad de Hong Kong.
Actualmente, las herramientas más utilizadas para este fin son la presión con pinzas, esponjas y la aplicación de calor. Los investigadores consideran que las pruebas clínicas podrían comenzar dentro de unos cinco años, y que se necesitarán al menos diez antes de que el producto se utilice ampliamente en los hospitales.
Según el MIT, una operación de úlcera gástrica podría costar de sólo 200 a 300 dólares (159 a 239 euros) con el novedoso material.